En realidad, este factor depende de la calidad del producto.
He tenido oportunidad de degustar vinos elaborados por mi querido padre hace más de 35 años y ha sido el vino tinto más exquisito, complejo y equilibrado con el que me he encontrado. El envejecimiento en esos vinos, es el pasaporte al éxtasis.
No ocurre lo mismo, con mucho otros, denominados de guarda.
Entre nosotros, se suele apuntar que un buen vino tinto ha alcanzado su apogeo cuando su color atraviesa el espectro del rojo y adquiere débiles matices marrones y anaranjados.
Los vinos blancos, sin embargo, cambian en otra dirección. Pasan del amarillo muy pálido, hasta el ámbar, pasando por el oro y el pajizo.
Los vinos blancos secos de calidad (elaborados con maceración y fermentación maloláctica), podrán permanecer en su bodeguita durante más tiempo, uno a tres años, luego bébaselos. Sólo existen algunas excepciones de vinos blancos, que se aconsejan beber con más de 10 años de guarda, pero para nosotros, esto no es lo frecuente.