Cuando hablamos de los procesos que se desarrollan en la conservación de los vinos, aclaramos que, antes que el vino llegue a la botella, encontrándose en las vasijas o barricas, existe evidentemente, un contacto del vino con el oxígeno del aire y a esta fase se suele denominar, “fase oxidativa”.

Luego, una vez que el vino llega a la botella, la fase predominante se llama “reductora”, porque la bebida no está en contacto con el aire y sobre todo el oxígeno.

Así, cuando se descorcha una botella, alteramos esta fase reductora “sin presencia de oxígeno” y el aire entra en contacto con el vino, provocando un proceso de deterioro.

Cuanto más ligero es el vino, más rápido será el proceso de deterioro.

Hay dos medidas a tomar cuando le queden envases a medias, sean botellas Mágnum, de 750cc, o las mismas damajuanas con fino.

Pasar el vino que queda a envases más pequeños y tapar bien.

Colocar en ambiente bien fresco. Ya que el frío retrasa los procesos de deterioro del vino.

De esta, manera, cuando le queden restos de vino en la botella y conociendo las lógicas consecuencias del contacto del aire con el vino, no se desespere!.

Una de las soluciones más sencillas y cercanas a la mano, es tener botellas de menor capacidad y colocar aquí los restos. De esta manera, se llenan estas botellitas hasta arriba y se tapan lo más herméticamente posible. Si bien el vino perderá parte de la frescura original, se mantendrá más tiempo en el mejor estado posible.

En el caso que Usted compre vinos finos en damajuanas en las mismas bodegas, le sugerimos pasar el vino a botellas de 750cc y encorchar.

Si comparte grandes vinos con sus amigos, mejor tómelo todo, recordando que si lo guarda nunca será igual al que degustó originalmente.

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